¿Cuanto cuenta la innovación?

Todo necio confunde valor y precio
Antonio Machado


A lo largo de la vida de este blog (junio 2009 a la fecha) he tratado de mostrar lo que desde mi enfoque es la innovación y todas las cuestiones asociadas (personas, políticas, empresas, educación, etc.)
Si bien Innovolando no tiene un objetivo concreto, de a poco voy encontrando algunas cotas sobre el tema y cada vez mas seguidores dan su opinión.

Ahora bien. Nunca me planteé el tema de la innovación en cuanto al valor de la misma. Para asegurarme que estén alineados, hablo del valor monetario.
El otro día vi un informe sobre el costo de fabricación del Ipad. El informe decía que fabricar un Ipad cuesta $229,35 dolares, mucho menos que la mitad del precio de venta. El primer comentario fue que son unos ladrones, que explotan a los manufactureros, y cuantas otras cosas.
¿Alguien se preguntó cuanto salió el desarrollo? El Ipad no salió de un repollo!!!

Pero quisiera traer algo mas local. Vayamos a un ejemplo:
Supongamos que una empresa del rubro metalmecánico quiere ser mas competitiva. Existen dos grandes formas de hacerlo: por precio o por diferenciación (diseño, calidad, packaging). Tanto para una como para otra, hace falta innovar. En la primera, puertas adentro, para bajar costos (tiempos) y la otra puertas afuera para que el cliente distinga y elija.
Para los dos casos, la innovación es un punto de partida y se materializa con cada acción. No es posible mantener una política de diferenciación sin estar analizando las variables todos los días. Es decir, la innovación -y por lo tanto, la competitividad- requiere de un mantenimiento constante y un cuidado de cada uno de los procesos y productos. Es por eso que un chispazo de creatividad no se puede cuantificar fácilmente.

Si se puede cuantificar la intervención de un ingeniero, de un diseñador, de un licenciado, de un mecánico, y de cualquier persona que proponga un proceso de agregado de valor y continuidad en el tiempo.
Si se puede cuantificar la obtención de reportes, indicadores, mejoras en los sistemas, cambios de paradigmas, ahorro de tiempos y costos ocultos.

Creo que para cruzar esa delgada pero fuerte línea, necesitamos aprender a valorar la innovación.
Y como dice la frase del principio, podemos comenzar hablando de valor y no de precio.

1 comentario:

Unknown dijo...

Quizas lo que este faltando es un sindicato de innovadores que regule las tarifas y de esta manera van a estar las cuentas mas claras.
Por ejemplo, la hora de lluvia de ideas $100, idea graciosa para publicidad $500, jingle que queme la cabeza $1000. Propaganda fravega con Su y Darin $10